Realidad III
No había en él forma ni hermosura para atraer nuestras miradas, ni parecer para excitar nuestro amor. Era despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en el sufrimiento. Como un objeto ante el cual se tapa uno la cara, fue menospreciado y no hicimos de él caso alguno. Ciertamente, llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Nosotros le tuvimos por un castigado, herido de Dios y humillado. Más él fue herido por nuestros pecados, molido por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz sobre él recayó, y por sus llagas fuimos curados. Angustiado y afligido, no abrió su boca para quejarse, cual cordero que es llevado al matadero y cual oveja muda ante sus trasquiladores...
Plugo al Señor quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Mas cuando su alma hubiere ofrecido el sacrificio expiatorio, verá posteridad, vivirá por largos días y el designio del Señor prosperará en sus manos. Por los trabajos y padecimientos de su alma, verá y será saciado.
(Isaías LIII, 2-7, 10-11)
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dal dadaumpapa maurinomangiapanino
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