Mega-Anthropocene
(Del griego. Μεγάλη Megáli, grande; ἄνθρωπος ánthrōpos, hombre; y καινός kainós, común/nuevo). El nuevo término filosófico “Mega-Antropoceno” fue sugerido por William Abraham Sotomayor Tomaylla (artista peruano). Para referirse, al masivo impacto irracional del hombre sobre el planeta.
El híper mercado global tironea por todas partes, como nervio conductor subliminal de nuestras conductas, en tendencias de producir y producir más, de distribuir y distribuir más, de comprar y comprar más. La "falta de límites" de la sociedad actual lleva adelante un consumismo desaforado proclive a los placeres materiales, coincide con la «civilización del deseo» el vivir mejor se ha convertido en una pasión de masas, en el objetivo supremo de las sociedades. Nace un Homo Hiper-consumericus, una especie de turboconsumidor desatado, móvil y flexible, lo cierto es que el hombre actual "gasta mucho tiempo" de su vida tratando de conseguir los medios económicos que le permitan tener más de lo que tiene.
Se produce en los hechos una reacción paradojal: podría afirmar que estamos mucho más pobres, porque vamos logrando ser más ricos. ¿Cómo se explica este aparente dislate?, muy sencillo, cuanto más se tiene más crece la preocupación por lo que nos falta". Parecería que, en los hechos, nuestra conducta tiende a confundir o a entender que el escalón posible de felicidad humana es poder tener a más, hacen oídos sordos y siguen empecinados en obtener.
Época carente de sentido, en el cual se han agotado los grandes sistemas referenciales de la historia y la tradición, la cuestión de la felicidad interior vuelve a estar "sobre el tapete", convirtiéndose en un segmento comercial, en un objeto de marketing que el híper consumidor quiere tener a mano, sin esfuerzo, enseguida y por todos los medios. La creencia actual de que la abundancia es condición necesaria y suficiente para la felicidad humana ha dejado de dar frutos.
¡Ay, tragedia la del hombre! En realidad, el hombre se ha obsesionado, se ha confundido el estado de bienestar con el estado del malgastar.
Ha caído en la trampa de creer que, cuanto más tiene, más feliz va a ser, sin caer en la cuenta de que no es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita.
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